Los errantes tiran al monte lo mismitico que las cabras. Lo siento, es así. Y si tu eres lector de este blog, me atrevo a decirte que algo de cabra loca tienes. Yo no tengo problema en decirlo abiertamente: algo «p´allá» sí que estoy.
Y nos ocurre a las personas que nos atrevemos a asomarnos a caminos menos fáciles, a subir a una cima, a mirar de medio lado la seguridad de la rutina mientras lo nuevo nos hace despertar. A los que viajan, no para mirar desde una ventana, si no para empaparse con lo que viven y dejar que eso les cambie. A los que leen y empatizan con historias que no son la suya; a los que sienten una canción y les transporta en volandas sin moverse del sillón. Hay mil formas de aventuras, mil formas de vivir, mil formas de mirar las cosas.
Y esta cabra solitaria que encontramos en una ruta por Sierra Nevada, no pudo evitar hacerme pensar en eso que se dice siempre medio en broma. «La cabra tira al monte». Medio en broma, medio en broma, para los errantes es verdad. Y mejor que yo, lo explicó Gloria Fuertes en un poema que se llama, precisamente…
Hay quien dice que soy como una cabra;
lo dicen lo repiten, ya lo creo;
pero soy una cabra muy extraña
que lleva una medalla y siete cuernos.
¡Cabra! En vez de mala leche yo doy llanto.
¡Cabra! Por lo más peligroso me paseo.
¡Cabra! Me llevo bien con alimañas todas.
¡Cabra! Y escribo en los tebeos.
Vivo sola, cabra sola,
–que no quise cabrito en compañía–
cuando subo a lo alto de este valle
siempre encuentro un lirio de alegría.
Y vivo por mi cuenta, cabra sola;
que yo a ningún rebaño pertenezco.
Si sufrir es estar como una cabra,
entonces sí lo estoy, no dudad de ello.
La cabra solitaria
G. Fuertes
Poeta de guardia, 1968.
Ahí queda eso. Sin vergüenza ni pudor lo tengo claro: los errantes tiran al monte. Jeje. Y tu, ¿pa´dónde tiras?
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